Estudios llevados a cabo durante la Década de las Naciones Unidas para la Mujer han mostrado, sin embargo, que la integración de la mujer en los proyectos de desarrollo ya existentes no mejora necesariamente sus condiciones de vida. Si los proyectos en sí no toman en cuenta las necesidades reales de la mujer, su participación no puede ser de mucha ayuda. Desde luego, las soluciones efectivas a problemas locales, puesto que requieren a menudo recursos de gobiernos y de agencies externas, tienen que ser generadas en consulta con aquellos a quienes se espera servir hombres y mujeres. La mujer, por lo tanto, no tiene que ser incluida sólo como ejecutante y beneficiaria de los proyectos de desarrollo, sino también como autora y planificadora.
Como verdaderos asociados, la mujer y el hombre tendrían que identificar juntas las necesidades de la comunidad y responder creativamente con soluciones apropiadas. Un proceso de desarrollo social y económico promovería no sólo el bienestar material sino también el bienestar espiritual de la comunidad. La mujer puede contribuir a la solución de problemas con cualidades especiales, de valor particular en la planificación económica, e incluso con aquellas cualidades que incrementan sus capacidades de creadora de paz y con la sabiduría derivada de su conocimiento de asuntos sociales fundamentales como los domésticos y otros. Este enfoque humano de mayor integración tomaría, por supuesto, en consideración el papel crucial que desempeña la mujer como madre, educadora, nutricionista, promotora de salud y proveedora de apoyo emocional para toda la familia.
La importancia de la educación no se puede enfatizar demasiado. La educación de las mujeres de todas las edades es particularmente importante, porque es uno de los medios mas eficientes de difundir el beneficio del conocimiento en todos los niveles de la sociedad, ya que la mujer es la primera educadora de los niños. Más aún, la educación eleva la condición de la mujer, permitiéndole participar más en los asuntos de la comunidad. Finalmente, el desarrollo de sus talentos y habilidades capacitará a la mujer para contribuir con su percepción y sensibilidad especiales a todas las esferas de actividades humanas.
La mejora de la condición de la mujer también requerirá un cambio de las actitudes del hombre. Este cambio de actitud tiene que ser una de las metas de la educación. Los niños y las niñas deben criarse con el principio de la igualdad de los sexos, y tienen que aprender desde muy jóvenes a desarrollar sus capacidades de cooperar. Los medios de comunicación pueden ayudar a promover actitudes de igualdad y presentar modelos de roles positivos para tanto el hombre como la mujer. El teatro popular, los títeres y otras estrategias creativas pueden involucrar a la comunidad en foros abiertos en los cuales se examinarían y cambiarían aquellas actitudes que no promuevan la salud y el bienestar de la sociedad.
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