martes, 14 de abril de 2015

EL OCASO DE LOS VALORES DE LA JUVENTUD DOMINICANA.

En la mitología griega leemos que el regreso de Troya fue complicado para Ulises: “Diez años a merced de los dioses y de los mares, y siempre con la muerte en los talones”. Cada vez que su nave llegaba a tierra, una misma inquietud: “¿De qué clase de hombres es la tierra a la que he llegado? ¿Son soberbios, salvajes y carentes de justicia, o amigos de los forasteros y con sentimientos de piedad hacia los dioses?”
Desde los orígenes de la humanidad la conducta humana se enfrenta a la doble posibilidad de ser, precisamente, humana o inhumana. La libertad implica siempre el riesgo de escoger tanto una conducta digna del hombre como otra indigna y enfermiza. Llamamos ética a la elección de la conducta digna, al esfuerzo por obrar bien, a la conciencia y al arte de conseguirlo.
En República Dominicana, la falta de ética en el convivir de sus ciudadanos, ha encaminado a la nación a un estado de caos, donde reina la inseguridad en todas sus circunstancias y donde cada vez más jóvenes se hacen partícipes de la injusticia. Solo basta dar un vistazo a la sección de noticias de los periódicos para darnos cuenta de la gran cantidad de zagales involucrados en hechos delictivos.
La juventud dominicana está perdiendo los valores morales, fundamentales para el buen desarrollo de los individuos, adoptando la mediocridad y la fechoría en el diario vivir. Y no es necesario el mucho teorizar para comprender las razones de esta situación. Los dominicanos tienden a no darle mucha importancia a cuestiones, como los modos de vida, y la falta de dialogo y oportunidades dentro de las familias.

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